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domingo, 7 de julio de 2013

CAFÉ LIBERTAD 8: Todo un clásico muy actual




En pleno barrio de Chueca, pero aislado del bullicio habitual de sus locales, se mantiene en pie como si por él no hubiera pasado el tiempo, el Café Libertad 8, consagrado por muchos como el templo de la canción de autor. Después de 38 años este café regentado en la actualidad por Julian Herrainz sigue recibiendo las letras y las propuestas  de cantautores, artistas y literatos.

El encanto de lo antiguo engancha  a los que se detienen a observar su magnífica puerta, que recibe a modo de tríptico, decorado con pinturas, a los que se aventuran a  pasar sorprendidos por el cartel con la actuación de turno, o maravillados por los farolillos que flanquean la entrada.

Una vez dentro, el olor a historia se percibe en todos sus rincones: grandes vigas de madera, paredes de azulejos,  suelo de cerámica antigua ya resquebrajado, lámparas  a modo de cazos con largos flecos colgando del techo, una amplia mesa y un espejo, dignos del decorado de una película antigua, y obras de arte que algún artista agradecido, cedió al local hace algún tiempo. Todo invita a retroceder  al año en que aquel café era el punto de encuentro de partidos y sindicatos, deseosos de beber los nuevos aires de libertad que empezaban a respirarse allá por el 1975, año en que el que se inauguró este famoso café.

Según avanzas por el local, el encanto sigue su curso, sobre todo  cuando atraviesas el arco que separa la barra de la sala interior, protegido por una también antigua, cortina de terciopelo, y tras un pequeño espacio dispuesto a modo de sala de espera, llegas al salón donde  el pequeño escenario  se alza con su viejo piano de principios de siglo, por el que han pasado entre otros, Pedro Guerra, Ismael Serrano, Luis Pastor o Rosana, y en el que puedes contemplar todos los meses exposiciones de fotografía o pintura.

Más allá del encanto del ambiente, el local ofrece como ya habréis adivinado, actuaciones en directo todos los días,  generalmente conciertos, de nuevas promesas o cantautores ya consagrados que no se resisten a abandonar del todo, ese pequeño escenario que les dio la oportunidad de dar a conocer sus letras, además de otras actividades culturales, como cuentacuentos o recitales de poesía.

En su carta destaca una amplia selección de cocktails y cafés especiales, destacando el cocktail autóctono del bar que es Libertad 8, la caipirinha, el café Irlandés  o al aclamado San Francisco por  los que no quieren beber alcohol, como especialidad de la casa. Algo de picar, como empanadas, tortilla o croquetas para que el público de sus conciertos disfrute de las actuaciones  con la tripa llena y exquisitas tartas en invierno para lo más golosos.

En definitiva, un lugar perfecto para disfrutar de un concierto sintiendo la grata cercanía de sus artistas, y disfrutando de las notas de música y de madera con sabor a antiguo que se deprenden de sus paredes. Sólo os digo una cosa, en este local, las mesas no se clasifican con números sino nombres propios como Bici, Luz, Reloj o Sofá, detalle que delata la autenticidad de este espacio cultural, intelectual y sobre todo con un encanto muy peculiar.

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